“Se llevan muy mal, como el perro y el gato”. O al menos, eso dice el refrán. Parece ser que el destino obliga los canes y los felinos a ser enemigos absolutos, incapaces de convivir en armonía, condenados al odio mutuo incluso antes de nacer. Una especie de Montescos y Capuletos, con pelos y colmillos. Pero nada más lejos de la realidad, existen casos de amistades entre perros y gatos. Algunos incluso conviven como hermanos en el seno de una misma familia. La clave consiste en la educación que haya recibido cada uno y la manera de hacer las presentaciones. Veamos.

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Perro y gato: no se trata de especie, sino que de caracteres

Los que compartimos nuestra vida con un animal de compañía, sea perro o gato, sabemos perfectamente que cada uno es único. Ni todos los perros se rigen por las mismas normas, ni todos los gatos son iguales. Por desconocimiento la gente suele creerse los grandes tópicos de “perro bonachón, gato más listo que el hambre” pero la realidad nos puede mostrar roles bien diferentes.

Y aunque suele haber más excepciones que reglas, lo que nos encontramos en la mayoría de los casos es que por características propias de la genética o de la evolución, los perros presentan un carácter sociable cuando los gatos tienden más a ser territoriales. Ambos mantienen un arraigado instinto de caza, que se podrá manifestar a través del juego.

La etapa vital en la cual se encuentra el animal también tiene una gran importancia. Los más jóvenes mantendrán su agilidad y sus ganas de jugar, cuando los mayores buscarán la tranquilidad y el descanso. Por ello, es aconsejable elegir dos animales que se encuentran en la misma etapa de vida, para que ninguno moleste al otro. El hecho de hacerles convivir desde una edad temprana es una gran ventaja. Si acostumbramos a nuestro perro desde cachorro a compartir su hogar con un gato (o con cualquier otro tipo de animal) le parecerá la cosa más normal del mundo. En cambio, si una vez que ha establecido sus costumbres en casa, introducimos un nuevo miembro peludo a la familia, las cosas podrían complicarse. Pero con tiempo, paciencia y educación, se puede conseguir casi todo. Simplemente tenemos que entender a nuestros animales, tanto perro como gato, no precipitarnos y hablarles “su idioma”.

Quién sigue teniendo dudas sobre si un perro y un gato pueden convivir en armonía puede echar un vistazo a la cuenta de Instagram de henrythecoloradodog. Narra las aventuras de Henry el perro y Baloo el gato, incansables compañeros de viajes y de mimos.

Perros y gatos hablan a veces idiomas algo diferentes

Perros y gatos tienen antepasados diferentes, se rigen por normas y códigos distintos. Por ejemplo, un gato levantará la pata cuando se siente amenazado, para decir al otro que si se acerca más se va a llevar un arañazo. En cambio, el perro puede tomar esto como una invitación a jugar. Y claro, luego pasa lo que pasa. Otro ejemplo: un gato que se tumba boca arriba está en una postura propia del ataque, cuando un perro tumbado boca arriba quiere dar a entender su rol de dominado a otro ser que considera como dominante. Un gato mueve el rabo cuando está nervioso y seguramente vaya a atacar, un perro mueve el rabo como manifestación de su felicidad, por pertenecer a un grupo en el cual se siente a gusto.

Por eso es importante que como humano responsable del hecho que los dos tengan que convivir debajo del mismo techo, sirvamos de mediador para, en caso de conflicto o mal entendido, mantener la paz del hogar. Perros y gatos deben aprender a conocerse de manera progresiva. La paciencia será nuestra mejor aliada en este caso. Si a pesar de los intentos, e incluso tras acudir a un profesional para pedir ayuda, no conseguimos que nuestros dos amigos hagan buenas migas, tendremos que ser responsables y adaptar nuestra casa a los dos animales, para que ninguno se vea molesto por la presencia del otro. De aquí que conviene reflexionar antes de hacer convivir un perro y un gato juntos y analizar si nuestra casa se podría dividir para que cada uno pueda tener su espacio. En una vivienda pequeña será más complicado, y bajo ningún concepto debemos encerrar un animal en una habitación, ningún ser vivo puede ser feliz de esta manera. En una casa más grande, podríamos por ejemplo dejar una planta arriba para el gato, porque le gusta poder observar lo que le rodea desde las alturas y tener la posibilidad de refugiarse y estar tranquilo en caso de necesitarlo. La planta baja de la casa podrá reservarse para el perro que estará encantado de poder ejercer de guardián y vigilar las entradas y salidas de cada uno. Además, lo tendrá más fácil para salir a dar paseos por la calle, para explorar, socializar y gastar energía.

 

¿Cómo hacer las presentaciones entre un perro y un gato? Las primeras impresiones sí cuentan

perros y gatos

Foto: Ádám Fehér

Convivimos ya con un animal, sea perro o gato, y queremos sumar un miembro peludo más a nuestra familia. Os vamos a dar algunos trucos para que las presentaciones entre perro y gato destinados a vivir juntos salgan bien porque esta vez si que el refranero popular está en lo cierto: las primeras impresiones cuentan.

Vamos a imaginar un caso en el que ya tenemos un perro en casa y adoptamos un gato. Para estas presentaciones será mejor ser varias personas, para que cada animal pueda estar atendido en todo momento. Empezaremos dando un gran paseo (con sesión de juegos, como por ejemplo de olfato, incluida) para cansar a nuestro perro. En su día en Gublog os dimos unas cuántas técnicas para cansar a un perro.

Del lado del gato, recomendamos una ligera manicura antes de hacer las presentaciones. Procederemos a recortarle las uñas (sobre todo las de las patas delanteras y teniendo mucho cuidado de no hacerle daño) para que en caso de agresión no haga daño al perro o al humano que les intente separar.

Con el gato cómodamente instalado en casa, entraremos con el perro atado con una correa. El primer contacto entre los dos será visual, la persona que lleva al perro entra en la habitación donde se encuentra el gato. Recomendamos dejar al gato en su caja de transporte, colocada en alto. Le ayudará a sentirse protegido y que tiene el control pudiendo observar la situación. Dejamos que los dos animales se miren con calma. Si el perro muestra demasiado interés por el gato, intentaremos llamar su atención en otra cosa como puede ser un juguete o una chuche. De la misma manera, podemos dar chuches al gato para que asocie la presencia del perro con algo positivo.

Más adelante, intercambiaremos los roles. Buscaremos una manera de tener al perro “más controlado”, por ejemplo atado con su correa y una persona cerca de él para tenerle entretenido, y dejamos al gato suelto para que pueda explorar los alrededores. Ambos animales deben ir acostumbrándose a la presencia y al olor del otro de manera progresiva. El proceso puede tardar unos días o incluso semanas para llevarse a cabo por completo, y tendremos que estar pendientes en todo momento de que la situación salga bien. Podremos considerar que todo ha sido un éxito en el momento en el que ambos animales puedan estar en la misma habitación sin alterarse por la presencia del otro, en completo estado de calma.

No nos cabe duda de que un perro y un gato pueden vivir juntos, aportando felicidad en una misma familia. Como todos los hermanos, tendrán sus roces y sus peleas. ¿Pero quién suele tener la última palabra en este tipo de encontronazos? ¡El que más alto ladra! Y sino, que se lo pregunten a Rita y Toby, la perra y el gato de nuestra compañera Clara.

 

¿Perros y gatos conviven felizmente bajo tu techo? O al contrario, tu hogar se ha convertido en un campo de batalla y tienes que estar pendiente de delimitar bien el territorio de cada uno para evitar las peleas constantes? ¡Cuéntanoslo en comentarios! Y si como Clara tienes fotos o vídeos de tus dos peludos, no dudes en compartirlos con nosotros en Facebook, Twitter o Instagram.

 

Foto principal: henrythecoloradodog.

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