En un mundo perfecto nuestra esperanza de vida iría a la par de la de nuestro perro. Así ninguno de los dos tendría que lamentar la perdida del otro. Desgraciadamente la realidad es distinta. Algunos perros se quedan huérfanos si su propietario llega a fallecer ya sea por un accidente, por vejez o a causa de alguna enfermedad. Y nosotros los humanos nos quedamos desamparados al verse marchar nuestro mejor amigo. Si a lo largo de nuestra existencia abrimos nuestro corazón a varios perros, tendremos que repetir este doloroso momento todas las veces que se asome algún hocico nuevo a nuestra vida.

En Gublog solemos tratar temas más livianos, porque los perros son animales que inspiran mucha alegría. Pero no podemos dejar de lado esta realidad que tendremos que vivir todos los propietarios de perros en algún momento. Frente al duelo cada persona es distinta pero vamos a intentar darte unas lineas generales que te podrían servir para guiarte en este momento.

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Un duelo mal reconocido por la sociedad

Parte de la complejidad del duelo por un perro reside en el hecho que la sociedad no suele dar credibilidad a este sufrimiento. Los perros comparten nuestro día a día y son un miembro más de nuestra familia pero quien no disfruta de la compañía de uno no suele entenderlo. Podrás llegar a escuchar frases hirientes como “si solo es un perro” o “tengo un conocido que da cachorros, cógete uno y así te entretienes”. Es la manera (bastante torpe) que tienen estas personas para intentar ayudarte a pasar página, no suelen hacerlo con mala intención. En la edición 2017 del estudio “Qué sabemos de los perros” del Espacio Itaca, aprendemos que las personas que han pasado por esta situación ponen una nota de casi 9 sobre 10 al nivel de afectación sentido por la pérdida y una nota de 0,5 sobre 10 en cuanto a la comprensión de esta pérdida por parte de la sociedad. Tras la muerte de nuestro perro, muy rápidamente tendremos que volver a incorporarnos a la rutina del día a día, sin tener tiempo para cerrar bien las heridas. En Estados Unidos, algunas empresas ofrecen la posibilidad de pedir unos días de permiso pagado en el trabajo para afrontar la desaparición de nuestro amigo.

Si tu perro muere en un accidente

Las fases del duelo por un perro se pueden parecer a las fases del duelo humano. La negación, el enfado, la negociación, la depresión y finalmente la aceptación. En este tipo de casos cuando la muerte es repentina y anti natural nos invade un gran sentimiento de injusticia. Si el accidente ocurrió por algún descuido por tu parte, súmale la profunda culpabilidad que te invadirá. Es difícil, pero intenta pensar que no puedes retroceder en el tiempo y cambiar los acontecimientos. Volverás a repasar el guión de aquel día en tu cabeza miles de veces pero la realidad siempre seguirá siendo la misma y tu perro seguirá faltando. No te servirá de nada autofustigarte por lo ocurrido.

Cuando debes tomar la decisión de la eutanasia

Por muy dolorosa que sea esta decisión piensa que puede que haya llegado el momento de aliviar el dolor de tu amigo. Por todo lo que te ha aportado, en parte se lo debes. Porque hay momentos en que sufrir por sufrir no lleva a ninguna parte y que “ganar” algunas semanas con su compañía es una elección egoísta cuando ves el suplicio que supone cada día nuevo por él. Es importante acompañar a tu perro en este proceso. Es duro pero más tarde, saber que se ha sentido arropado hasta el final y has hecho todo lo que podías por él te ayudará a encontrarte mejor. Si puedes, intenta respetar sus costumbres y sus gustos, incluso en este momento. Compartí doce años con un bóxer que odiaba ir al veterinario. En cuánto reconocía el camino empezaba a arrastrar la pata y su habitual carácter jovial desaparecía por completo. Sin hablar del trato que reservaba al pobre veterinario. Se hizo mayor, enfermó y tuvimos que poner fin a sus sufrimientos a través de la eutanasia. Para que este momento fuese lo menos desagradable para él, pedimos a un veterinario que no conocía que viniese a nuestra casa. Ahí en su esquina favorita de la alfombra del salón, nos despedimos todos de él y se fue entre mimos y caricias.

En el mismo registro, hace unos años la historia de Duke se hizo viral. Sus dueños se tuvieron que resignar a practicarle la eutanasia porque estaba sufriendo un cáncer de huesos que ya le había costado la amputación de una pata. Pero tuvieron la idea de transformar este doloroso momento en una emotiva fiesta de despedida. Duke pasó su último día rodeado de familia y amigos, jugando en un parque acuático y comiendo hamburguesas.

duke hamburguesas

Acompañar a los niños en el duelo de un perro

La pérdida del perro de la familia puede ser la primera experiencia que tienen los niños con la muerte. Es muy importante explicarles lo que ha pasado y acompañarles en el proceso de luto. Porque más allá de ayudarles a lidiar con la ausencia de su confidente peludo en este momento, este primer contacto con el duelo les marcará para el resto de duelos que tendrán que pasar a lo largo de su vida. No debemos apartarles del proceso o esconderles la verdad. Adaptando nuestro discurso a la edad de cada niño, debemos explicarles lo que ha pasado e invitarles a expresar sus sentimientos sobre la situación. Puede ayudar proponerles realizar una pequeña ceremonia de homenaje a su amigo. En Edúkame ofrecen un curso online gratuito para ayudar a los niños a lidiar con el duelo de su animal de compañía.

Diferentes tipos de recursos para afrontar el duelo

Unas lineas más arriba hablábamos del Espacio Itaca. Se trata de un centro en Zaragoza dónde terapeutas y psicólogos ofrecen apoyo en los procesos de duelo. Tienen una formación específica para lidiar con la pérdida de animales. No hay que avergonzarse por sentir la necesidad de recibir ayuda y si ves que tras varios meses después de la muerte de tu perro sigues tan afectado que esto influye en tu día a día, este tipo de grupos de apoyo podrían ser muy útiles. Si prefieres llevarlo de manera individual, recuerda que en ningún momento debes sentirte avergonzado por el sufrimiento que estás sintiendo. Tu perro ha sido un gran compañero para ti y es lo más normal del mundo extrañarlo o llorar por su pérdida. Si lo necesitas, pon palabras sobre tu dolor,también puedes recopilar fotos o recuerdos. Los más clásicos lo harán en una caja o libreta y los amantes del mundo digital pueden hacerlo incluso en Internet. Existe una red social para rendir un último homenaje a nuestro peludo. En ella podemos subir fotos, vídeos, esquelas y encender velas virtuales en su memoria.

Algunos tienen más talento que otros a la hora de escribir algo emotivo sobre su perro. En 1981, cuando el actor Jimmy Stewart dedicaba estas bonitas palabras para su amigo Beau en un programa de televisión, más de uno (empezando por él mismo y el presentador) tuvo que parpadear unas cuantas veces para retener sus lágrimas:

Tómate tu tiempo para acoger a otro peludo

Algunas personas piensan que tu pena podría desaparecer y el vacío que sientes se llenará si adoptas otro perro enseguida. No suele ser la mejor decisión. No echas de menos tener un perro, echas de menos a tu perro, su carácter, vuestras rutinas y las costumbres que habéis ido forjando a lo largo de los años. Si adoptas a otro perro de manera precipitada es muy probable que te decepciones. Porque cada perro es único y no encontrarás en el perro nuevo lo que anhelas de tu perro perdido. El tiempo no lo cura todo, pero te ayudará a procesar la situación y llegará un momento en el que conseguirás aceptarla. Echarás de menos a tu perro, es inevitable. Pero el dolor se irá apaciguando poco a poco para dejar lugar a otro tipo de sentimientos. Cruzarte con un perro que se parece por la calle, volver a ver vuestras antiguas fotos o recordar un momento feliz de los dos te traerá una dulce nostalgia que dibujará una sonrisa en tu cara. Quizás sentirás la necesidad de volver a acoger un peludo en tu casa, o quizás no. Ambos casos son respetables.

Circula por las redes el testimonio de un veterinario que se quedó sorprendido por la sabiduría de un niño de seis años frente a la muerte de su perro. Le habían pedido practicar la eutanasia al lobero irlandés de la familia. Se querría asegurar que el niño entendiese bien todo lo que estaba pasando y hablando con él y sus padres, el niño les dio una explicación que traerá consuelo a más de un adulto: “Las personas llegamos a este mundo para vivir una vida llena y feliz, en la que aprendemos a querer a la gente y a ser buenos ¿no? Pues los perros ya saben cómo hacer todas estas cosas. Quieren a la gente y son muy buenos. Por eso se quedan menos tiempo entre nosotros”.

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